domingo, 5 de octubre de 2014

20. Butalmapú

Vaca Muerta, Provincia del Neuquén, Argentina


La imagen del joven toqui Alex Lemun Lientur con su tradicional poncho, la vincha ritual sobre su rostro indignado, un hacha de piedra y una antorcha en sus manos, se repetiría una y otra vez en los televisores de los argentinos durante semanas. Las cadenas informativas internacionales pronto harían eco de la parte menos impresionante para explicar la génesis de la revolución mapuche en la Patagonia argentina. La cruda escena completa sin editar se viralizaría en las redes sociales, al punto de convertir al guerrero nativo en el renovado ícono de las luchas indigenistas latinoamericanas.
Sus últimas palabras en mapudungun “Quieren asesinar nuestra tierra, quieren asesinarnos” podían encontrarse subtituladas en todos los idiomas. El joven se alejaba luego hacia la boca del pozo y antes de poder arrojar la antorcha hacia él, una lengua de fuego emergía debajo de sus pies y lo envolvía. Las llamas, como un verdugo endemoniado, lo retorcían torturándolo hasta consumir el último hálito de vida de su cuerpo. Los más temerarios trataban en vano de acercarse. Las terribles fauces ígneas de TrenTren Vilu se proyectaban en todas las direcciones, serpenteando en el aire y reptando por sobre los arbustos, que se encendían a su paso y ardían formando la humareda densa y pestilente de un infierno liberando el sulfuro maldito de sus entrañas.
La pequeña videocámara temblaba en las manos de la muchacha, saltando de aquí para allá para registrar los alaridos guturales y las maldiciones de unos que tronaban sobre las plegarias y llantos de otros. Hubo un momento de parálisis y duda cuando las camionetas de YPF emergieron sobre la lomada a gran velocidad. El grupo se resistía a dejar atrás a su hermano que había sido devorado por la avaricia de la corporación. Sobrecogidos por la conmoción de la dantesca escena, no reaccionaron como habían planeado. Sus rostros eran de víctimas, no de culpables.
De las camionetas bajaron hombres del equipo de emergencias, terminando de ajustarse sus máscaras y trajes protectores. Otros del equipo de seguridad llevaban armas largas automáticas y caminaban directamente hacia ellos. Cuatro contra medio centenar; pero avanzaban con paso firme, dispuestos a cargárselos a todos si fuera necesario. El primer disparo provino del lado mapuche. La cabeza del líder del equipo de reacción estalló en pedazos por el impacto y su cuerpo tardó unos interminables segundos en desplomarse inerte. La videocámara llegó a voltearse y enfocar apenas por un segundo a la machi, rodilla en el suelo, abriendo fuego por segunda vez con su larga escopeta de caza de doble caño. Luego la imagen continuaba sacudiéndose mientras emprendía corriendo la huída. Lo único distinguible del resto de la filmación era el estruendo de las ráfagas automáticas desatando el caos.


Así comenzó la matanza real y mediática. El derramamiento de sangre continuaría durante semanas, involucrando todos los efectivos de las “Policías Desbordadas” de las provincias del Neuquén y Río Negro, para contener la “Brutal Ola de Protestas” que repercutiría en todas las ciudades del país. En cada pueblo y ciudad de la región se celebró al menos un ngillatún público por el intrépido “Lonco Mártir”. En muchos casos, la ceremonia también incluía el funeral de uno o más “Hermanos Revolucionarios Caídos en la Lucha”. La Gendarmería Nacional fue inmediatamente movilizada para dar apoyo a las autoridades locales, pero estos mismos “Políticos Cómplices de la Corrupción” se veían acosados al tiempo por periodistas y fiscales que buscaban ponerle nombres y rostros a los culpables de la catástrofe. Sorprendentemente, los “Documentos Comprometedores” no habían tardado nada en ser encontrados. Copias de legajos cuidadosamente compilados aparecían anónimamente en las redacciones y los juzgados. Alguien de adentro estaba entregándolos a todos en bandeja, y todos eran culpables de algo.
Carabineros de Chile dispondría el “Cierre de la Frontera por Razones de Seguridad” en todos los pasos fronterizos entre el Maule y Palena. El gobierno de Santiago culpaba públicamente a unos indefinidos “Agitadores Extranjeros” por promover el “Resurgimiento de los Disturbios Secesionistas” en las regiones de BíoBío, Araucanía y Los Lagos. La repudiada Ley Antiterrorista de la dictadura, ahora se veía reivindicada por una euforia del chauvinismo nacionalista “Muy Mal los Argentinos” y por una dudosa asociación era aplicada de manera sumaria a notorios líderes locales de la Coordinadora Arauco-Mallenco.


Los eventos se concatenaban en todos los frentes y “El Gobierno Argentino en Offside” caía en un pozo inesperado y sin certezas de su profundidad o planes de contingencia para la contención de daños, tanto en el ámbito interno como en la arena internacional.
Las exportaciones agrícolas del Alto Valle perderían sus privilegios de acceso a los mercados europeos por temor a la contaminación de las napas acuíferas. “Take Back Your Fracking Fruits” demandaba un diario sensacionalista londinense antes de cualquier confirmación, luego que en el análisis bromatológico preliminar de un cargamento de peras y manzanas arribado al puerto de Rótterdam se detectaran indicios de químicos tóxicos utilizados en el proceso de fracking.
En la reunión de la UNASUR de Tarija, las deterioradas relaciones de Bolivia con Argentina y Chile tocaban un piso histórico en el momento en que el Presidente boliviano expresaba públicamente su apoyo a las “Reivindicaciones Autonómicas de los Pueblos Originarios” de la Patagonia. Luego que el surgimiento de Vaca Muerta desplomara el precio de su principal producto de exportación, la debacle del proyecto era la mejor noticia del año para la economía del Altiplano, y debían asegurarse que nunca volviera a renacer. El Paraguay tomaría este caso de “Genocidio Ambiental” como evidencia para fortalecer su demanda en La Haya para que Argentina desistiera de la construcción de su nueva central nuclear en el margen del Río Bermejo. Ante la “Sorpresiva Ausencia de Brasil en la Cumbre”, el bloque rápidamente perdía cohesión y dejaba impudorosamente expuestas sus grietas.


Pero el gobierno de Brasilia tenía sus propios conflictos con el “Affaire Vaca Muerta”. El Directorio en pleno del Banco Nacional de Desarrollo había puesto su renuncia a disposición de la Presidenta. El súbito desplome del valor actual del proyecto de Vaca Muerta, el aumento astronómico de sus pasivos contingentes por el daño ambiental y la necesidad de revisión de todos los procedimientos implementados pulverizaban la tasa de retorno y capacidad de repago de los créditos. Si el daño se había expandido tanto como se calculaba, ni la entrega llave-en-mano de la empresa y sus reservas tendría un saldo positivo. Al parecer, “YPF: Regalada es Cara”.
De la misma forma que la corrupción argentina históricamente había hecho desaparecer miles de millones en préstamos blandos del FMI, el BID o el Banco Mundial, ahora desintegraba diez mil quinientos millones de dólares del pueblo brasilero. El BNDES recibía “El Peor Golpe Financiero en su Historia”, y ni siquiera por subsidiar un proyecto nacional, sino por “Una Aventura Diplomática Descabellada” que tenía la firma y sello de un gobierno que había llegado al poder esgrimiendo las banderas ecologistas. La oposición en el parlamento comenzaba a congregar voluntades para impulsar juicios políticos.


Por primera vez en más de tres lustros, el Congreso Argentino reunía quórum para validar la declaración del “Estado de Sitio en la Zona de Catástrofe”. En la misma sesión extraordinaria se impulsaría la aprobación de la “Intervención Federal Inmediata” de las provincias del Neuquén y Río Negro. Habían pasado sólo 30 días de la turbulenta muerte del toqui Lientur. Luego de casi un siglo y medio, otra vez a “La Conquista del Desierto”. Casi la totalidad de los efectivos de la 6ta Brigada de Montaña se desplegaría desarticuladamente en los accesos a las ciudades, a lo largo de las rutas y en las instalaciones petroleras, a fin de detener los atentados y restablecer el orden público.
Para cuando lo lograsen, ya no habría mucho que resguardar.

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